Como primera reseña de este blog creo que es necesario hacer
una descripción de lo que es una distopía.
Sé que probablemente la mayoría de ustedes ya lo sabe a estas alturas, pero
puesto que vamos a ver a lo largo del tiempo varios libros relacionados con
este género, no nos va a venir mal una repasada por sus características más
prominentes.
En pocas líneas, podemos pensarlas como un ejercicio de lxs
autorxs basado en imaginar mundos donde ciertas tendencias contemporáneas de
nuestra sociedad son llevadas al extremo, exponiendo las fallas que les
subyacen. No estaría mal referirse a las distopías como fábulas modernas que se
agarran de los miedos y ansiedades actuales para relatar cuentos que nos
recuerden que debemos estar siempre atentxs al camino que queremos seguir como
sociedad. No será sorpresa, entonces, que si bien encontramos antecedentes y
ejemplos de relatos de este tipo mucho antes, las distopías proliferaron con el
imponente y aterrador Siglo XX.
Mientras el siglo XX se hallaba en una disputa de poder
entre el fascismo y la democracia, Felipe K. Dick, como muchos otros autores
después de la segunda guerra mundial, se preguntaron lo que las nuevas
tecnologías como la energía nuclear, inteligencia artificial o los viajes
espaciales significaban para el futuro de la humanidad.
Philip K. Dick |
En este libro la cuestión de lo político o del individuo
da lugar a algo mucho más esencial que es la cuestión de lo humano y lo real. La pregunta que Dick se hace y que creo que da
pie al libro es la pregunta por la destrucción del concepto de humano, que
conduce al cuestionamiento de la realidad y de las creencias.
Dentro de este escenario se inscribe ¿Sueña los androides…?, un libro cuyo propósito no es explorar la
política o la forma que adquieren las libertades individuales en un mundo
totalitario, como otras novelas del género o del mismo Felipe, sino que apunta
a explorar más bien lo que hace humano al humano, utilizando como medio un
ambiente futurista en donde el mejoramiento de los robots humanoides ponen en
cuestión la misma esencia de la humanidad.
Ahora sí, con todos estos elementos dando vuelta, de qué trata ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?
Es una novela de ciencia ficción compleja, que nos propone
un mundo futurista en donde, como consecuencia de la contaminación radioactiva
extendida a partir de la Guerra Mundial Terminal, las Naciones
Unidas alientan y animan a la gente a emigrar a colonias fuera
de la tierra para preservar a la raza humana de los efectos del polvo
radiactivo. Todos los animales están en peligro de extinción: el polvo
radiactivo ha matado todas las aves y diezmado a las otras especies animales. Tener
y cuidar un animal se considera un símbolo de estatus social y una
responsabilidad moral, dependiendo en la rareza de la especie. El alto coste de
los animales reales hace prohibitivo para la mayoría de las familias tener uno, así que eligen adquirir uno artificial para mantener su posición social. El
protagonista de la historia, Rick Deckard, sufre a lo largo de toda la novela
la muerte de su oveja real, a la que tuvo que reemplazar con una oveja
eléctrica para guardar las apariencias.
“Para Rick Deckard,
un robot humanoide fugado, responsable del asesinato de su amo, equipado con
una inteligencia mayor que la de muchos seres humanos, que no sentía
consideración alguna para con los animales, que no poseía la menor capacidad de
empatizar con otra forma de vida, con las alegrías o las penas del prójimo,
eso, a su juicio, era el epítome de Los Asesinos”
Philip K. Dick, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?
p.51
La historia comienza con la fuga de 6 androides de última
generación, a los que Rick pretende dar caza para así poder reemplazar la
odiosa oveja eléctrica por una de verdad. En el camino, diversas situaciones le
harán cuestionarse la moralidad de su trabajo como cazarrecompensas y comenzar
a preguntarse si realmente los androides son sólo máquinas dotadas de
inteligencia, junto con las implicancias que acarrea esta forma de pensar, como
nunca lo había hecho.
Encontramos en ¿Sueñan
los androides con ovejas eléctricas? una descorazonadora historia acerca de
lo que implica ser humano, en donde el tono oscuro prevalece a lo largo de toda
la novela.
Los personajes que nos acompañan a lo largo de la lectura
son referentes de clases sociales, forma que tiene Dick de mostrarnos la
jerarquización de esa nueva sociedad futurista, en donde los animales vivos son
tan raros que se encuentran en la cima del escalafón social, seguidos por los
humanos divididos en normales y cabezas huecas (adivinen quiénes están arriba
de quién) y los androides (despectivamente llamados andys), últimos en la pirámide social puesto que no están vivos.
Dentro de esta jerarquía también encontramos una división entre los que tienen
poder adquisitivo y los que no, referentes de clases sociales y estructuras de
poder político y económico.
Tenemos, así, dos personajes con punto de vista:
- · Deckard: un cazarecompensas preocupado por conseguir el dinero suficiente para comprarse una oveja de verdad y así reemplazar la suya, eléctrica.·
- Isidore: es un especial¸ que por haberse quedado demasiado en la tierra el polvo radioactivo afectó su capacidad cognitiva, la cual se vio profundamente disminuída.
Ambos, además de representar distintos escalafones sociales,
nos ayudarán a entender las lógicas de ese mundo como dos polos opuestos: un
cazarrecompensas que deberá poner a un lado su capacidad de sentir empatía para
poder llevar a cabo su trabajo; y un especial, que en su vida cotidiana no hace
más que analizar el mercerismo y sus enseñanzas, confrontadas todo el tiempo
por los medios de comunicación masiva (el Amigable Buster) que incansablemente
intenta tirar abajo a Mercer y su movimiento religioso/filosófico, siendo esta
otra temática recurrente en el libro.
A algunxs les resultará extraña y hasta odiosa la falta de
descripciones a lo largo del libro, tanto de los lugares como de las personas,
que son nulas o escasas. Yo por mi parte, lo considero como una estrategia que
utiliza el autor para alejarnos de lo que realmente no importa. La falta de
descripciones nos permite adentrarnos en la mente del cazarrecompensas, que a
estas alturas está tan inmerso en su propio debate interno acerca de su propia
humanidad y la ética de su trabajo que no tiene tiempo para andar analizando
demasiado su entorno. A fin de cuentas, es una novela que se caracteriza por su
reflexión y el consecuente cuestionamiento de la realidad objetiva, así que
¿para qué gastarse tanto en describirla?
Y he ahí el punto, creo yo, con ¿Sueñan los androides…?. En él no vas a encontrar una
respuesta a la pregunta ¿Qué es real y
qué no?, sino que el punto está en leer esta novela como un planteo más
filosófico, como un intento de investigar la naturaleza de la realidad, para
así encontrar la vía regia por medio de la cual poder separar las ilusiones del
mundo real para poder así descubrir la verdad oculta tras las apariencias. De
este modo, Dick va ahondando su hipótesis de que todo lo que parece real para
los humanos es algo falso. Compleja temática, ya que es difícil establecer los
límites entre lo uno y lo otro. ¿Sueñan
los androides con ovejas eléctricas? Abre muchas preguntas, pero nos deja a
nosotrxs la tarea de responderlas.
El “problema” que creo que al leer esta novela surge de su complicado
trasfondo filosófico, que no siempre cierra, que no siempre cuadra. Yo necesité
dos lecturas y bastantes pausas en la segunda para comprender que tenía en mis
manos un muy buen libro, con matices y niveles de análisis que implican al
lector con cada nueva lectura. Y no a todxs les gusta ese tipo de libros,
porque puede dar la sensación de que le faltan páginas, o de que falta un
clímax que justifique tanta reflexión y monólogo mental.
Así que, para concluir esta parte de la reseña “spoiler-free”, aquí hay un punteo que
resume lo que estuve intentando trasmitir en estos últimos párrafos:
- · Si estás buscando una novela que cierre con moño y todo, esta no es tu novela.
- · Si estás buscando una novela para leer una vez sola y quedar satisfechx con el resultado, esta no es tu novela.
- Si estás buscando una novela descriptiva que te permita imaginarte a cada uno de los lugares y personajes tal cual el autor los concibió, esta no es tu novela.
- · Si estás buscando una novela de acción, esta no es tu novela.
- · Si estás buscando una novela con un clímax épico, esta no es tu novela.
- · Una novela con alto contenido filosófico…
- · Que incita al lector a hacerse preguntas más que a darle respuestas…
- · Que se centre en el mundo introspectivo de los personajes…
- · Una novela a la que puedas volver de cuando en cuando para redescubrir cosas nuevas…
Ahora, sin más dilación…
Spoiler alert: Esta
sección de la reseña pasa a tener spoilers sobre el libro, puesto que va a ser
un análisis un poco más detallado de los distintos temas que aborda. Ayuda si
pensamos esta sección como una ayuda para poder analizar el libro sin necesidad
de una segunda lectura. Lee bajo tu propio riesgo…
El límite entre lo real y lo artificial
¿Sueñan los androides
con ovejas eléctricas? Está plagada de escenas que nos recuerdan la
dificultad de marcar este límite. Ambientada en una sociedad poseída por sus
técnicas, la novela nos habla de una realidad histórica productora de una
subjetividad muy particular, que es la de extrañamiento, es decir, de un
sentimiento de exterioridad con el mundo que nos rodea. Los seres de este libro
sólo pueden conectarse con otras personas a partir de artificios, llamados
cajas empáticas, que a fin de cuentas no es otra cosa que el culto a lo falso.
El mercerismo es el paradigma de este extrañamiento en tanto distrae a lxs
sujetxs de la realidad gris en la que viven, mediante tecnologías autónomas.
Empezamos sin saber si los animales eléctricos son capaces
de generar verdaderos sentimientos de empatía y amor en sus dueños, como si
fueran criaturas verdaderas. Por un lado, Rick dice de su oveja eléctrica “la
tiranía de un objeto –pensó-. No sabe ni que existo”. Por otro lado, Isidore
confunde a un gato de verdad con uno eléctrico, y cuando tiene que “cargarlo”
reflexiona acerca de la enfermedad en los circuitos programada en animales
falsos, creada de tal forma que cuando fallaba la criatura parecía
orgánicamente enferma, no rota. (Dick, 1968).
Luego entendemos, por medio de las reflexiones de Deckard,
que los escapes clandestinos de los androides hacia la Tierra demuestran la
capacidad de estos seres de desear e imaginar una vida mejor lejos de la
servidumbre y la desolación de las colonias. Esto contrasta con la necesidad de
muchos humanos de utilizar una máquina para infundir sensaciones creadas
artificialmente (el climatizador del ánimo Penfield, que básicamente trasforma
a los humanos en máquinas programables).
La dificultad de establecer este límite se nos aparece una y
otra vez en este recorrido que hace Deckard para distinguir a los humanos de
los androides, en sus contradicciones para con Luba Luft (ese androide cuya voz
supera a las voces de muchas humanas), etc. El androide reproduce en muchos
aspectos al ser humano, es un simulacro de éste que se diferencia por no poseer
la capacidad de generar empatía. Esto nos hace pensar que la cualidad
“androide” ya no está sujeta al concepto de máquina,
sino que existen seres humanos que son androides y que, si se produjera uno con
empatía (como es la intención de la corporación Rosen) sería humano.
La basugre, creo yo, representa bastante bien esta lucha entre
lo real y lo artificial. Éste es un mundo donde lo real es más que nada
circunstancial, fácil de poner en duda y más imperecedero que la vida.
«Este ensayo
terminará, la representación terminará, los cantantes morirán, con el tiempo se
destruirá la última partitura de la música, sucederá de un modo u otro.
Finalmente, desaparecerá el nombre de Mozart y el polvo habrá ganado, si no es
en este planeta, será en otro. Podemos evitarlo un tiempo, igual que los andys
pueden evitarme a mí, y existir por un período de tiempo mássobrevivir un rato
más. Pero los alcanzaré o los hará otro cazador de recompensas. En cierto modo -observó-,
yo soy parte del proceso de destrucción entrópica. La Rossen Asociación crea y
yo destruyo. O al menos, eso debe parecerles a los androides» (p. 120)
Un proceso de corrupción y degradación sume al mundo en un
pronóstico gris.
Oda a la metafísica
Hay un principio de la Termodinámica que establece que un
sistema puede evolucionar sólo en dos sentidos, y que el espontáneo es el que
corresponde a estado del universo. La entropía, es decir, el nivel de
desorganización del sistema “universo”, tiene un único sentido, y es creciente.
El tiempo pasa y la entropía crece. Este es el estado de las cosas en ¿Sueñan los androides?: El tiempo pasa y
la basugre lo va abarcando todo.
-Ésa es la primera
ley de la basugre- explicó- <<La basugre desplaza a aquello que no es
basugre>>. (p.85)
Esta descomposición de la materia viva en la basugre se auto-reproduce
en un bucle sin fin y la única posibilidad de frenarla es combatirla. La
basugre representa la forma física que adquiere la entropía en nuestro
universo, es algo que experimentamos día a día cuando abrimos la mochila para
encontrar el envoltorio de un caramelo que comimos hace tres semanas. Es el
medidor que tenemos para sentir el desgaste de este mundo material. Este
principio destructor de materia viva es la responsable de la muerte de tantas
especies, de la degradación de los especiales y el fin último de la humanidad.
Lo irreal se impone a lo real, lo no vivo seguirá cuando lo vivo muera, la
basugre está destinada a abarcarlo todo.
Y sin embargo, los personajes de la novela perseveran: todxs
siguen escalando sus propias montañas a pesar de saber que van a fracasar al
final. Luba Luft sigue intentando ser humana y sostener el arte en un mundo en
decadencia; Pris busca escapar del vacío de la existencia en Marte, buscando
conectarse y sobrevivir entre lxs humanxs; Isidore quiere ponerle fin a su
soledad… Creo que estos arcos que Dick describe son una ingeniosa forma de
decir que la entropía se combate por medio de la lucha constante del humano (o
los androides, que son casi lo mismo) por subvertir el estado de las cosas. La
esencia del ser humano no podría entrar en corrupción, sólo el mudo material es
susceptible de desgaste.
Etica y empatía: El punto de no retorno
Tenemos, entonces, una pregunta a enunciar: ¿Qué nos hace
humanos? Si la diferencia es cada vez más nimia ¿Cómo nos diferenciamos de los
androides? El autor nos responde: mediante la empatía. La empatía es esa reacción
que nos permite diferenciar un mundo material (del cual dudamos) de un mundo
más metafísico (donde reside la realidad). Es una fuerza motora guía a nuestros
personajes y a sus acciones, los constituye en sujetos éticos.
La ética, siempre basada en el principio del semejante, la
forma con la que enfrento mis responsabilidades para con el otro (en el libro,
para con los animales primero que nada), está en el centro de la novela.
Consiste en tener en cuenta la presencia del otro y al mismo tiempo que esta
noción del otro sea abarcativa, es decir, no puedo andar eligiendo a quién
ayudo o no. Lo que diferencia a la ética de la moral es que a moral se mantiene
dentro de las pautas de la ley, la ética a veces tiene que transgredir las
pautas que da la misma ley. Esta paradoja es la que se nos presenta en relación
a Luba Luft y a los dos Cazarrecompensas. Rick Deckard se angustia en la medida
en que empieza a cuestionarse su propia percepción del otro, mientras que Resch
(el otro cazarrecompensas) no. Puede sentir adoración por su ardilla, pero no
sentir nada a la hora de retirar robots que pueden ser extremadamente parecidos
a los humanos.
Deckard, por su lado, literalmente cree que el asesinato (o,
mejor dicho, el retiro) de Luba es una locura. Y esto tiene sentido en la
medida en que el arte sólo logra transmitirse mediante el uso de la empatía
como lazo entre lxs artistas y la audiencia. Si Luba realmente consigue hacer
que Rick la considere una excelente cantante, tal vez eso es señal de que ha
logrado desarrollar suficiente empatía como para ser considerada humana…
O, claramente puede ser que la señorita Luft sólo esté
imitando a lxs humanxs, y que su voz esté tan bien programada como para
falsificar bien las emociones que encontramos en una ópera o una pintura.
Así que… ¿Cuál de las dos es? Cuidado al responder, porque
tu respuesta puede decir mucho más de vos que de ella…
Así, decíamos, una de
las formas básicas para ejercer violencia es la invisibilización de la víctima.
Un sujeto ético es alguien capaz de sentir que el otro está sufriendo,
empatizar con el sufrimiento del otro y sentirlo como responsabilidad propia.
La crueldad no es solamente el ejercicio malvado sobre el otro, sino que es
también la indiferencia ante el sufrimiento del otro. Y creo que aquí está el
quid de la cuestión: El sentir de Deckard y todo su razonamiento importa en la
medida en que él empieza a desarrollar empatía por ella, es decir, su visión
del otro se está ampliando y éste es un proceso doloroso.
A fin de cuentas podemos leer que el hilo narrativo de ¿Sueñan los androides...? como la
historia de un hipócrita que retira androides y los desprecia por no tener la
capacidad de empatizar que le falta a él mismo. Es el mismo Isidore el que
subraya esta comparación, cuando Pris le habla sobre los cazarrecompensas.
“Tenía una imagen
vaga, oscura, de algo despiadado que iba por ahí armado con una lista y un
arma, y que desempeñaba, maquinal, la labor simple, llana y burocrática de
matar. Una cosa que carecía de emociones y ostro; una cosa que en caso de ser
neutralizada era sustituida de inmediato por otra parecida. Y ésta a su vez,
hasta que todo el mundo vivo y real acabara muerto a sus manos.” (p. 179)
Pero ninguna buena historia deja a nuestrx protagonista tal
como empezó. Es en el momento en que Deckard conoce a Luba Luft, que la escucha
cantar, que el mundo de Rick se ve dado vuelta: ve en Luba Luft un aspecto muy
valioso, que él respeta (crear arte) mientras que en Phil Resch ve un espejo,
que le devuelve un reflejo oscuro de sí mismo. El punto de inflexión está en
que la sociedad le pide que sienta al revés de lo que realmente siente, cuando
le pide que tenga empatía por el cazarrecompensas y no por la desarmada Luba.
Con las copias eléctricas no
se puede tener una relación empática, ya que no dejan de ser réplicas; ésta es
la razón por la cual Deckard retiraba a los androides en principio: para comprar
una oveja real. Ahora, con la situación dada vuelta, Deckard inicia una
lucha interna: debe realizar una acción contraria a la empatía (retirar los
androides) para poder acercarse a ella (comprar un animal real).
“Reconozco una pauta.
El modo en que mató a Garland y luego cómo acabó con Luba. Usted no mata como
yo, no intenta... Mierda-dijo- Sé lo que es. A usted le gusta matar. Lo único
que necesita es un pretexto […]” (p.159)
Pubertad - Munch. El cuadro que contempla Luba. Pareciera decir "si me muevo, me come" |
Y al final de su viaje, la empatía. Después de retirar todos
los androides, Rick vuelve a su casa para descubrir que su nueva cabra, real,
había muerto a manos de Rachel. Desesperado y confundido vuela hacia un paraje
desértico y ahí experimenta en carne propia a Mercer, se funde con éste en un
viaje de redención para llegar así al culmen del sentimiento de empatía.
Cuando alguien se conecta a una caja empática, pierde la
noción de cuerpo y, a pesar de sentir los golpes, el cuerpo que sube ya no es
el propio, es el de Mercer. En este sentido, la conexión con otros seres
humanos se realiza por la pérdida de la noción material de cuerpo, lo que la
hace metafísica.
Una fusión total con Mercer, y la consecuente aceptación de
la vida, lo convierte en un ser
absolutamente empático. Y uno puede pensar que esto se desvanece cuando, luego
de haber encontrado un sapo (criatura que se creía extinta), descubre que es en
realidad un sapo artificial.
“Bueno,” puede pensar cualquier persona “al final,
la entropía, la basugre, lo artificial, siempre va a reinar sobre la vida” y en
parte concuerdo. El mismo Deckard parece así pensarlo: “En cierto modo
–comprendió-, soy parte del proceso entrópico de destrucción de la forma.”
(p.120)
Pero veamos qué otra lectura podemos darle: el sapo se nos
presenta, también, como excusa para mostrarnos el giro de 180 grados que dio
Rick en ese día, explicitado por la expresión “las cosas eléctricas también
tienen su vida, por pequeña que esta sea” (p.262)
Y Deckard tardó todo un día en darse cuenta, cuando nuestro
amigo Isidore ya lo había pensado mucho antes…
Isidore es uno de esos personajes que es tan ingenuo que es
hasta inteligente. Con su CI por el piso, él fue capaz de presentir que los
humanos con los que empezó a convivir no eran del todo humanos, aunque no
supiera que eran androides. E incluso cuando los androides destrozan a una
araña por la objetiva razón de que tiene demasiadas patas, una araña que pudo
haber sido la última del mundo, Isidore se niega a decirle a Rick dónde están los androides.
Nos lo demuestra también cuando cree que el gato real es un
gato electrónico, no puede diferenciar uno del otro puesto que en su
cosmovisión él está en equidad de condiciones con cualquier otra criatura, sea
ésta orgánica o artificial.
El tipo, entonces, derrocha empatía. Es capaz de conectarse
hasta con un androide… Pero si lo pensamos bien no es tan raro, puesto que
utiliza mucho la caja empática y ha sido catalogado como un especial por sus compañeros humanos. Al llamarlo cabeza hueca, le
quitan su cualidad de humano así como a los androides. Es menos humano que el
resto: no puede emigrar ni engendrar, lo cual es una de las mejores paradojas
que tiene el libro, pues no hay nadie más empático que él, lo que quiere decir
que pasaría con creces el test Voigt-Kampff.
Y volvemos al origen. La imagen del androide que nos
cuestiona la progresiva deshumanización del trabajador como los alcances de la
máquina en la década de los sesenta se plasma en esta extraña relación que
tiene John Isidore con ellos.
Y aún nos queda un personaje más que analizar en todo este
entramado empático, y esa es Iran
Deckard, la esposa del protagonista.
Mercerismo
Iran es la que nos introduce al mundo del Mercerismo, esta
religión/filosofía que reproduce el mito de Sísifo en la figura de Wilbur
Mrecrer, un anciano que vivió antes de la Guerra. Este movimiento pone en primer
plano los valores de unión y empatía que sostienen ese mundo en decadencia.
Junto a Mercer, los usuarios de la caja empática reviven en carne propia el
eterno ascenso de Mercer y sienten cómo las piedras los golpean, al igual que
golpearon a Mercer. Es una experiencia compartida por todos los que estén
usando una caja de empatía en ese momento en donde se unen en el sentimiento.
Es la esposa de Rick la que nos permite comprender la movida
del Mercerismo a través de su total devoción
a la empatía. Para ella, sentir felicidad y no compartirla es un acto
inmoral y repudiable. Ella recuerda cuando pudieron hacer sentir mejor a
alguien que había perdido a su animal usando su propia felicidad a tales fines.
Incluso es capaz de entrar en un estado de depresión auto inducido sólo porque
una vida sin experimentar conscientemente la ausencia de vida en todas partes,
no poder reaccionar a ese hecho le resulta insalubre e insoportable. Iran,
entonces, es una persona capaz de atentar contra el espíritu del climatizador
del ánimo.
Ella experimenta por primera vez este silencio vivo cuando
apaga la televisión y la voz del Amigable Buster es interrumpida. Y este hecho
no es casual, ya que no podemos hablar del Mercerismo sin hablar de su
contraparte: Buster.
Si Mercer representa la empatía y la unión de la humanidad,
Buster representa el aislamiento y la vanidad. Un contrapunto muy interesante
puede hacerse al respecto, porque Mercer es descripto como un ente arquetípico
de la humanidad, mientras que el Amigable Buster es un Androide.
Ambos están en guerra, el Amigable Buster y Mercer, y compiten por el control de nuestras almas y la creación de sus propias subjetividades. Wilbur Mercer busca un mundo más comprensivo y empático. Buster está creado para que olvidemos el vacío en el que vivimos. Esta batalla es por el sentido común, por la forma en que hacemos vínculos con los otros, por una idea. Batalla que reproduce la lucha de la vida contra lo no vivo.
Buster está presente incluso en nuestra sociedad. Lo
encontramos en todas esas casas donde la televisión está encendida para “hacer
ruido” o compañía. Lo encontramos en esos reality shows donde te hacen creer
que tenés posibilidades de decidir sobre el resultado cuando, en realidad, no
sos más que merx espectador(a).
Mercer representa también al Mesías impotente: una especie
de dios que no puede salvar al humano, sólo puede acompañarlo; es un principio
empático en el cual sólo el humano es capaz de salvarse a sí mismo. Esto
es lo que se nos presenta cuando la verdad sale a la luz: El Amigable Buster
desvela que Wilbur Mercer es un actor retirado y alcohólico, un fraude, sin
capacidad de entrar en el mundo tumba ni de revivir a los muertos. Incluso el
mismo Mercer, en esas escenas donde la realidad se mezcla con la ficción, lo
reconoce.
A la vez que Buster desenmascara a Mercer, los androides
descuartizan a la que quizás sea la última araña de la tierra. Y todo por una
cuestión totalmente objetiva: tiene demasiadas patas. La falta de empatía se
traduce en una falta de piedad.
“-No creo que esto
acabe con el culto a Mercer –opinó Pris-. Pero ahora mismo hay un montón de seres
humanos que se sienten desdichados-. Llevamos meses esperando. Todos sabíamos
que este anuncio de Busster se produciría. –Titubeó y añadió-: Bueno, ¿por qué
iba a sorprendernos? Buster es uno de los nuestros.” (p. 232)
Isidore, abatido, ahoga a la araña para terminar con su
sufrimiento. Y esto lo sumerge en un mundo donde la entropía ha vencido, se
encuentra a sí mismo en el mundo tumba, donde el Destructor de formas lo ha
tomado todo. Mercer se le presenta a Isidore, que acepta su falsedad.
“-¿El cielo está pintado? –Preguntó Isidore-. ¿De verdad se
aprecian los brochazos si amplías la imagen?
-Sí- respondió Mercer.
-No puedo verlos.
-Estás demasiado cerca –explicó Mercer-. Tienes que estar
muy alejado, como lo están los androides. Ellos tienen una perspectiva mejor.”
(p.235)
“Es cierto –dijo Mercer con una sonrisa-. Hicieron un buen
trabajo y, desde su perspectiva, la revelación del Amigable Buster era
convincente. Les costará comprender por qué no ha cambiado nada.”
Les costará porque un ser tan racional como un Androide no
podrá entender los efectos que produce en la realidad un ser como Mercer,
incluso cuando es objetivamente un
fraude. Esto es porque sus principios están más allá del mundo material de la
ficción y la realidad; son verdaderos porque gente como Rick, Iran e Isidore
creen en ellos.
El mercerismo, además, nos hace cuestionarnos acerca de qué
es real. Cuando la novela empieza, la realidad de las cajas empáticas es
claramente distinguible de la de nuestros protagonistas, pero, en la medida en
que empieza a avanzar la historia, esta línea se vuelve borrosa y se produce el
encuentro de Rick con Mercer y su fusión final.
El final
La realidad en esta obra de Dick se deforma hasta el punto en que no nos es posible distinguir cuándo una realidad comienza y cuándo termina. En cuanto a la realidad de Mercer, estamos seguros de que es una realidad a parte al inicio de ¿Sueñan los Androides? Y de que lo único que las une son las cajas empáticas. Es la fusión total con Mercer y la aceptación total de la vida lo que permite el salto final de Deckard y su transformación en un ser totalmente ético.
Mercer, Invicto. |
Mercer sale invicto de esta batalla, la realidad material no
es nada comparada con el mundo espiritual y el mensaje de la empatía.
Al final de la novela, vemos a Rick volver a su casa, con su esposa Iran que lo espera con ansias. Ambos mantienen una conversación bastante mundana, pero que refleja la reparación de su relación. “Si es Rick el que está entrando por la puerta, no necesito marcar ningún número en el climatizador del ánimo Penfield.” Puede que Iran no sepa por todo lo que ha pasado su marido en ese día tan largo, pero se han conectado a un nivel emocional, y quiere lo mejor para él. La empatía permite que esa necesidad que surge en ella de hacer lo mejor para él se transforme en bienestar para la misma Iran.
Al final de la novela, vemos a Rick volver a su casa, con su esposa Iran que lo espera con ansias. Ambos mantienen una conversación bastante mundana, pero que refleja la reparación de su relación. “Si es Rick el que está entrando por la puerta, no necesito marcar ningún número en el climatizador del ánimo Penfield.” Puede que Iran no sepa por todo lo que ha pasado su marido en ese día tan largo, pero se han conectado a un nivel emocional, y quiere lo mejor para él. La empatía permite que esa necesidad que surge en ella de hacer lo mejor para él se transforme en bienestar para la misma Iran.
Le doy a este libro un Muy Bien 10 Felicitado y una calcomanía de buen trabajo por el esfuerzo enorme que implicó para mí analizarlo
Bueno, ésa ha sido mi primer reseña de... la historia de mi vida. Realmente quisiera que comentaran lo que opinan, ya sea del libro o de la reseña en sí, ya sea para felicitarla o para criticarla, ¡tengo ganas de leer lo que pasa por sus cabezas!
Perdón si hubo mucha demora en la primer entrega, este es un proyecto muy nuevo y tiene como principal objetivo el disfrute de la lectura y su revisión crítica, por lo que nos tomamos nuestro tiempo ¡Esperemos que para las próximas entregas estemos más aceitadas! Nos vemos la próxima...
Un gusto,
Lucía G.S.
¡Holaaa! ^-^
ResponderBorrarWOAH creo que es la reseña más extensa que he leído nunca en un blog literario jajaja, se nota que le has puesto mucho trabajo y dedicación. La verdad es que tiene pinta de ser un libro de lo más original, pero últimamente la ciencia ficción de este estilo en plan distopias y eso no me llama mucho, pero me lo apunto para un futuro en el que no esté tan saturada de esta clase de libros.
Besos.